Francisco Gonzalo.
Hablo de una casa en la que vivió mi bisabuela Alejandra, con sus padres y hermano, una familia de cinco personas en total.
Ella había vuelto de Sotres y la única que estaba libre en Puertas era esa, una casa de madera y piedra, con dos plantas y un espacio para las herramientas. Abajo, estaban el salón y la cocina, arriba los dormitorios y cerca de la casa tenían una pequeña estabulación para el ganado. Decidí hacerle unas preguntas a mi bisabuela:
¿Qué tal era vivir alejada del pueblo, además teniendo en cuenta que una parte coincidió con la guerra?
Era un terror porque a lo mejor un día no te encontrabas a nadie y al día siguiente te encontrabas con los de la guerra; además, en aquellos inviernos había mucho frio y a veces la cocina de leña no se encendía porque no había tiempo para ir a buscarla.
¿Aunque eras pequeña, hacías cosas en casa?
Pues sí que hice muchas; por ejemplo cuando mi padre estaba malo, yo tenia que ir a por leña aunque hubiera frio, además de que todo se traía a mano, también a las vacas, las gallinas… y de vez en cuando, tenia que subir cuando el cartero al pueblo, a por las cartas.
¿Y cual es el sentimiento que tienes por esa casa?
Pues mira lo único que pido es que no la tiren porque yo cada vez que la veo me acuerdo de mi padre y de mi madre, que murió cuando yo nací, y además de tantas situaciones difíciles, el cariño que le tengo es muy grande.
Pues muchas gracias Alejandra. Y gracias por contarnos cosas tan interesantes de tu casa de pequeña, y sigue en pie después de dos guerras.
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Esto ha sido todo adiós.