La pasera de La Pedrera antiguamente. Imagen cedida por Jose Manuel Martínez
- Identificación: pasera o pasadera de piedras
- Nombre: La Pedrera
- Localización: Cangas de Onis
- Concejo: Cangas de Onis
- Autor: Martín Longo González
- Centro: IES Rey Pelayo
- Materia: Filosofía BC1A
- Informadores: Emilio Prada, Sofía Tarapiella, Jose Manuel Martínez.
Martín Longo. Las piedras cuadradas que desde siempre hemos visto en el río Güeña y que para algunos pasan totalmente desapercibidas, para otros, entre ellos muchos turistas, son motivo de curiosidad, aunque no sean precisamente un motivo turístico que reciba miles de visitas, como es el caso de nuestro Puente Romano. Quizá por esa razón me he decidido ha escribir sobre ellas. Por eso y por una pequeña historia que mi abuela Sofía me contó y que yo desconocía totalmente a pesar de que he vivido siempre en Cangas de Onís.
En la actualidad hay un puente peatonal con jardineras y bancos que se construyó hace 10 años, en 2014. Antes de que se construyera ese puente o «losa» hubo un puente de madera, instalado en 2008, y con anterioridad, había una pasarela colgante que permitía el acceso de una parte del río a la otra, construida en 1986.
Volviendo a la historia de La Pedrera y a mi abuela Sofía, ella me contó que, cuando era moza, no había ni pasarela colgante ni ninguno de los puentes. Simplemente, no había nada. Estaban las piedras, bien alineadas y con un fin muy determinado.
Ella me contaba que, antes, las jóvenes iban a aprender a coser, bordar y tejer, que era algo importante y que debían saber hacer. Mi abuela y sus hermanas, igual que otras muchas chicas jóvenes en esa época, iban a recibir esas clases de costura, «iban a coser», a Casa Amalita; iban a tejer -a «hacer punto» como ella dice- y tanto es así que a esa casa la llamaban «la casa del puntu».
Para cruzar el río y poder ir a «la casa del puntu», no tenían otra forma de acceder que no fuera cruzando el cauce del río Güeña, saltando de una piedra a otra, intentando no caerse ni mojarse. Las piedras eran las que hacían posible cruzar el río y pasar de una parte a la otra de la ciudad y que les mozes de la época, entre ellas mi abuela, fueran a «hacer puntu» con Amalita y sus amigas.