- Nombre: artesa
- Material: madera de castaño
- Antigüedad: 200 años aproximadamente (fabricado entorno al año 1800)
- Uso: escurrir el suero sobrante del queso en su plena realización y solidificarlo.
- Pertenencia: Palmira Remis Labra (Soto del Arsental, 1916 – Cangas de Oniís, 2009)
- Testimonios orales: Mari Carmen LLerandi Remis y sus hijos Maria del Carmen Gonzlález LLerandi, Elias José Gonzlález Llerandi y Mari Paz Gonzlález Llerandi.
- Autora: Carmen de Paz González
- Profesor: Gonzalo Barrena Diez
- Instituto: IES Rey Pelayo, Cangas de Onís
Carmen de Paz González. En esta artesa desueraba el queso José Remis y familia, durante su estancia en la cabaña de Vegaredonda, en el macizo occidental de los Picos de Europa. Por una parte, servía para el consumo propio y, por otra, para el provecho comercial. La artesa pasa de generación en generación hasta su destino actual en El Cortijo, Cangas de Onís (residencia de Mari Carmen, la hija de Palmira), donde se conserva como una reliquia familiar.
La artesa es de castaño (seguramente hecha a mano por alguien de la propia familia). Tiene forma de cubo, con función de molde, con un pico sobresaliente a un lado y un asa en el opuesto. La función principal era facilitar el escurrido del suero y, a la vez, moldear la pieza durante la solidificación.
Tomando como fecha de referencia la de 1900, aproximadamente, encontramos a José Remis (pastor y guía de montaña de los Picos de Europa) residiendo junto a su mujer María Labra y sus hijos (Antonio, Covadonga, Jose María, Aurora, María y Palmira) en un pequeño pueblo de Asturias cercano a Cangas de Onís llamado Sotu l’Ensertal. Allí cuidaban de vacas, ovejas, cabras, gallinas, con las que se trasladaban al puerto desde principios de primavera hasta finales de verano, asentándose en la majada de Vegaredonda.
Durante su estancia en el puerto, no contaban con otra fuente de recursos que la de sus animales, cuya leche aprovechaban para la realización de quesos artesanales, en especial el Gamoneu.
El proceso de elaboración era muy complejo y se realizaba dentro de la propia cabaña: ordeñaban la leche, la vertían en un cubo y le añadían cuajo para su solidificación. Cuando la leche tenía una consistencia aceptable, la depositaban en un arniu (molde) para que la pieza cogiera forma y, a continuación, lo colocaban sobre la artesa. Luego, prensaban el queso en la artesa con una tabla de madera para que escurriese el suero sobrante. Por último, lo dejaban reposar en el molde hasta que se completara el cuajo.
Unos días después, ya bien cuajados los quesos, se llevaban a una cueva cercana a la cabaña donde continuaba su curación. Allí se completaba el proceso sobre un plato de madera llamado presuga, con el que le «daban vuelta» hasta concluir el proceso de maduración.
La elaboración de los quesos a era uno de sus principales sustentos económicos de José Remis y familia, pues además de alimento, era un producto que les proporcionaba «renta». Cada temporada lo vendían entre un número de clientes “fijos” a un precio asequible. La elaboración y venta de queso, como el cuidado del ganado, constituyeron su forma de vida, cuyos pasos fueron detalladamente transmitidos a sus hijos.
Además de pastores José Remis, y más tarde su hijo Jose María Remis, fueron guías de montaña de los Picos de Europa. Guiaban a los visitantes interesados en la montaña y abrían vías de escalada, especialmente en Peña Santa.
En 1942 la hija pequeña, Palmira se casó con José Llerandi y tuvieron tres hijos (Pepín, Quino y Mari Carmen).
Comenzaba el periodo de postguerra en España, por lo que la situación social y económica era difícil. El marido de Palmira, José Llerandi, tenía familia en la República Dominicana que había emigrado años atrás, donde habían creado una empresa de tabaco. Y en 1946, debido a la situación de España, José emigra solo a República Dominicana. Tres años después, en 1949, son Palmira y sus hijos quienes dejan el país para trasladarse a la República Dominicana y reunirse con José Llerandi.
En este momento Palmira es la única que deja atrás el medio rural para comenzar una nueva vida, mientras sus demás familiares prosiguen con su trabajo de pastores y queseros en Asturias.
En 1965 Palmira y su familia viajan a España por asuntos familiares y adquieren una casería, El Cortijo de la Gargantiella. Y en 1967 regresan de Santiago de los Caballeros (cuidad donde residían) para quedarse a vivir definitivamente en la casería.
Una tarde en que Mari Carmen (hija de Palmira) visita a sus tíos y abuelos en Sotu l’Ensertal, ellos le dan la artesa como regalo que tenía que conservar con esmero, por el uso y valor que había tenido para la familia.
Desde entonces la artesa se encuentra en El Cortijo como una reliquia familiar.