Virgen en piedra en Amieva, oriente de Asturias.

  • Identificación del recurso: Escultura de la Virgen de Covadonga
  • Localización/acceso: Ruta de montaña en el concejo de Amieva
  • Estado de conservación: Considerablemente bueno
  • Uso actual: Patrimonio religioso y cultural con fines estéticos y teocéntricos
  • Informadora: María Emilia Dago, vecina de Llueves e hija del escultor.
  • Autor: Mateo Fernández Obaya.

Fernando Dago Pérez, nacido en Tornín el 9 de febrero de 1925 y fallecido en Llueves el 9 de julio de 2001 fue un vecino de Llueves conocido por sus esculturas en el oriente de Asturias. Sus vírgenes más conocidas son las de Amieva, la conocida como «Virgen de Seoriu» y la de Celango, aunque esta última fue instalada tras su muerte, ya que él no pudo desplazarse en vida hasta el lugar elegido. Una curiosidad de esta Virgen es la placa conmemorativa que la acompaña, con un error en la fecha: debería poner «9/7/2001», pero en su lugar aparece la fecha en que la escultura fue instalada en la pared rocosa.

Las esculturas son visitadas todas las Navidades por el grupo de montaña Peñasanta para montar lo que se conoce como un Belén de Cumbres. El autor era un humilde trabajador de la Central Hidráulica de Amieva, donde se ganó una reputación como persona trabajadora y humilde. Una vez jubilado, Fernando comienza a dedicarse a lo que había sido su afición durante gran parte de su vida, la escultura. Él era un hombre radical de izquierda, y no era creyente; sin embargo, era devoto de la Virgen de Covadonga, de la que había recibido una gran influencia a lo largo de su vida. Fernando subía todos los días en dirección al Chorco de los Lobos con su cincel y kit de herramientas, listo para esculpir. Su deseo en su vida era hacer tantas vírgenes como el tiempo le dejase.

En la imagen de la derecha vemos la penúltima Virgen esculpida por Fernando, en un estanque justo debajo del recinto de su casa, donde él había plantado un pino. Su última voluntad, que fue cumplida, era que sus cenizas fuesen esparcidas en el estanque que él había cuidado toda su vida. Al lado de la Virgen vemos una diminuta cruz también tallada que simbolizó lo que fue la vida de «Tito», el nombre por el que se conocía a este artista en el oriente de Asturias.