Introducción 

Esta vieja explotación minera se asienta sobre el lugar de Pelamoru y cerca del pueblo de Villar de Onís. Es uno de los mejores lugares de interés en el concejo que he encontrado. Normalmente cuando se habla de minería en Asturias, uno piensa en el carbón, pero lo que me llamó la atención de esta fueron, obviamente, los restos hallados, y el color de estos restos, que es el verde, algo raro sabiendo que el color natural del cobre es un tono más rojizo o anaranjado. La explotación presenta varias bocas de entrada formadas por las sucesivas labores mineras. Se observan en la actualidad al menos, tres niveles de explotación.  

La mina estuvo en activo en dos épocas muy diferenciadas, la primera no se sabe con exactitud, pero se cree que fue en el 3000 a.c aproximadamente, esta fue su etapa prehistórica. Después en el año 1849 se reabre sin saber que ya en el pasado había sido una mina en funcionamiento y está en activo unos 100 años, hasta el 1959, en esta época se encontraron gran cantidad de restos como huesos, herramientas… 

Importancia en la arqueología nacional e internacional 

La mayoría de los hallazgos prehistóricos se encontraron en los años 1852 y 1853 al ser los primeros años de explotación desde su reapertura, esto está documentando por Guillermo Schulz en un artículo de 1854 “mina antiquísima en Asturias” y posteriormente en 1858 en su gran obra “descripción geológica de Asturias”. En ambos documentos se relatan brevemente los restos hallados. 

Parte de “descripción geológica de Asturias”, en la que se menciona muy brevemente. 

“Era ya explotada primeramente en tiempos muy remotos, antes de conocerse el uso del hierro y del acero, por lo que las labores se hacían con caldas y después con cuñas y martillos de asta de ciervo y otros martillos mayores de guijarros de cuarcita” 

“Era ya explotada primeramente en tiempos muy remotos, antes de conocerse el uso del hierro y del acero, por lo que las labores se hacían con caldas y después con cuñas y martillos de asta de ciervo y otros martillos mayores de guijarros de cuarcita”

Parte de su artículo de 1854, centrándose en la mina. 

“Con motivo de la nueva explotación bien arreglada de este filón cobrizo, ha habido que desatorar o despejar algunas de las labores antiguas y en el fondo de ellas, debajo de escombros, se han encontrado huesos humanos, algunas calaveras, muchos trozos y puntas de asta de ciervo, muchos martillos hechos de asta de ciervo en vez de hierro, algunos guijarros de cuarcita traídos del río” 

Gracias a grandes autores como Cartheilac, Dechelette, Siret o Simonin, que fueron mencionando estos hechos en publicaciones y divulgándolos entre el mundo científico nacional e internacional, aumentó mucho el eco que se hizo de los hallazgos. Y tuvo una gran repercusión en el mundo arqueológico y minero, hasta el punto en el que un pico-palanca de asta fue expuesta en el pabellón español de la Exposición Universal de París de 1878. Algunos investigadores como Simonin los llegaron a incluir como parte esencial en sus estudios. 

Las piezas arqueológicas que se encontraron están dispersas en varios museos y colecciones, buena parte fueron a parar al Museo Arqueológico Nacional, otra parte no se sabe a ciencia cierta donde están porque en su tiempo, los propietarios de la explotación, los fueron regalando en lotes a varias personas, las diferentes piezas y restos humanos. Algunas piezas sueltas terminaron en el Museo Saint Germain Layé de Paris, el Museo Arqueológico de Asturias, el Museo Arqueológico Nacional y el Museo Príncipe Felipe de la Escuela de Minas de Madrid. 

Estudios sobre los restos 

Con posterioridad, las investigaciones se centrarían en los restos humanos, respondiendo al gran interés que despertaba en aquel entonces la antropología física. 

Los cráneos fueron los restos estudiados por Francisco Barras de Aragón y Enrique de Egure entre 1917 y 1918. Estas piezas fueron las elegidas para su estudio por lo bien conservadas que estaban y por ser las más interesantes. 

Durante 1985 y 1986 se elaboró la Carta Arqueológica de Onís y Cangas de Onís. La Mina Milagro fue catalogada para su correcta protección. Abundante información del archivo en la antigua casa de los Noriega en Villar, entre ella estaba un hacha de talón y anillas 

Finalmente, el mayor investigador de la Mina Milagro, junto a otras explotaciones de cobre durante la Edad del Bronce, es el profesor Miguel Ángel de Blas de la Universidad de Oviedo. Desde 1980 ha ido publicando diferentes estudios sobre las técnicas e instrumental minero, así como contextualizando estos yacimientos arqueológicos y su importancia para entender los comienzos de la metalurgia en España y Europa. Sus estudios han sido una base fundamental el libro LA MINA MILAGRO Y LA MINERIA DEL COBRE EN ONIS y para comprender la minería del cobre en el norte de España. 

Estudios sobre las re-explotaciones 

Las sucesivas re-explotaciones de la mina y la falta de documentación facilitaron la destrucción de casi todos los indicios de las labores prehistóricas, por lo que sólo se cuenta para su reconstrucción con las antiguas descripciones de los técnicos, algunos documentos y cartas de los propietarios. Todo un repertorio demasiado escaso y confuso, como casi todos los documentos que se salvan de esos años. A ello se suma dispersión de piezas y la destrucción de los archivos mineros depositados en la Jefatura de Minas en el año 1970.  

Aun así y gracias a que algunos investigadores fueron informados, éstas se han podido deducir en parte. Hace años el profesor Miguel Ángel de Blas detectó en la zona de los Pozos de Arriba en una de sus exploraciones de la mina, un antiguo corte, tal vez la única evidencia de los trabajos prehistóricos.  

Restos humanos 

Los restos humanos, fueron encontrados por los mineros de Noriega y Cía, que fue la primera empresa que reabrió la mina en el 1849, en varias galerías antiguas y como dijo Schulz, “bajo los escombros” y en una de las cartas que ya he mencionado en el apartado de Importancia en la arqueología nacional e internacional: “existe en la mina cascos de calaveras y huesos humanos se halló mucho”. 

Parece que se encontraron más partes, pero, hasta la actualidad solo han llegado tres piezas seguras y una cuarta desaparecida. Estos restos humanos son mencionados en una carta en el archivo de la mina en Villar, “Calaveras enteras se hallaron tres, la mejor que esta mineralizada o cubierta de un color verde, la tiene el Ingeniero Dn Ramón Pellico, otra, aunque no tan mineralizada con toda su dentadura superior la llevó Don Juan Argüelles de Infiesto a quien Don Casto piensa pedírsela para satisfacer con ella los deseos del Sr Paillet. La otra que solo le falta la dentadura y mandíbula superior. Existe en la misma cascos de calaveras y huesos humanos se halló mucho. La mandíbula inferior que V ha visto hace tiempo la tiene el Inspector Don Bernabé.” 

-Cráneo de una persona de sexo masculino. Se aprecia una fuerte mineralización de cobre en su superficie, lo que le da ese llamativo color verde. Se conserva en el Museo Histórico Minero Felipe de Borbón de Madrid 

Foto del cráneo que aparece en la portada del libro LA MINA MILAGRO Y LA MINERIA DEL COBRE EN ONIS 

-Mandíbula inferior depositada junto con el anterior cráneo, aunque no pertenece a la misma persona depositada en el mismo Museo. (no he encontrado imágenes de ella) 

-Cráneo conservado en Museo Arqueológico de Madrid. Fue donado por Roberto Frassinelli según dice la Revista de Archivos Bibliotecas y Museos de 1879 

Foto del cráneo mencionado en el libro LA MINA MILAGRO Y LA MINERIA DEL COBRE EN ONIS, la foto fue cedida al escritor del libro por el MAN 

Hay un cráneo más que se encontró y que se menciona en la carta de Schulz, pero, no se sabe cuándo, se le perdió la pista, y hoy en día todavía no ha aparecido y nadie sabe dónde está. 

En conclusión, la importancia de esta mina radica, en mi opinión, sobre todo en los restos humanos encontrados, por eso me he centrado en hablar de ellos y no tanto en los restos materiales, que también dan para un trabajo a parte. 

Rinoceronte de la cueva de la peruyal 

Introducción 

Uno de los sitios de interés más importantes en el concejo de Onís es la cueva de la peruyal , llamada históricamente “cueva del oso”. En ella fue identificado fue identificado el fósil de un rinoceronte de hace 45.000 años aproximadamente.  

Historia 

En 1970 fue descubierto el fósil de lo que se pensaba que era un oso en esta cueva por el Grupo de Espeleología de la Universidad de Nottingham, el hallazgo tuvo un gran eco en su momento y apareció publicado en un reportaje del periódico ABC en 1974. En este mismo año, 1974, se autorizó la extracción del fósil por la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas de Bellas Artes en Madrid, pero esto fue desaprobado por los habitantes de Onís que no querían que este fósil se moviera de donde estaba.  

Esto llevó a que hasta el año 1995 no hubo más investigaciones ni intentos de estudiar el fósil, solo era mostrado con cuidado por ciudadanos de Onís a quienes quisieran verlo, pero en este año, 1995 hubo un derrumbe en la cueva que colapsó la entrada y esto reactivó la curiosidad por los restos. Y la investigadora Ana Pinto, junto con el naturalista Ernesto Junco y el alcalde del concejo de aquella época D.J Antonio González, deseando promover el yacimiento, y utilizando documentación gráfica de alta calidad, consiguieron determinar que no era un oso, sino que se trataba de un rinoceronte. 

El fósil se encuentra dentro de una pequeña laguna de aguas cristalinas, totalmente transparentes, en una zona de estalactitas y estalagmitas, está intacto con todos sus huesos en conexión anatómica y en la posición en que murió, y esto es lo que le da su valor, la perfecta conservación que tiene. 

Trabajos para el molde 

Después de esto, en el año 2002, se propuso el proyecto de entrar a la cueva para realizar un molde del fósil, y gracias a esto podemos tener una réplica exacta en Avín (Onís), pero no era fácil porque el derrumbe tapó la entrada y había que descender con arneses y cuerdas un pozo vertical de 17 metros. Se pensó en cascos con sistemas de carburo para la iluminación, pero no se podía trabajar con productos inflamables, entonces se hizo una pequeña instalación eléctrica alimentada por un generador que se mantuvo fuera de la cueva.   

La pequeña laguna en la que se encontraba fue vaciada con una pipeta de goma lentamente, lo que llevó unas 5 horas, y después se eliminaron los restos de sedimentos con esponjas y agua mineral de la propia cueva.  

Aparte del molde, esta semana de trabajos sirvió para examinar una pieza dental, concretamente un molar, y también para la extracción de una muestra de las estalagmitas. 

Una trabajadora comentó en el libro de Ana Pinto: “Una jornada de trabajo en el interior de la cueva no es comparable a otra cualquiera, tras la primera jornada de trabajo me replantee si estaba capacitada físicamente para una semana de trabajo en la cueva. El porcentaje de humedad relativa en la cueva era del 100% lo que hacía que te deshidratases. La baja temperatura junto con la humedad promovía a hipotermia. El esfuerzo de superar ascensos, descensos y pasos estrechos favorecía la sudoración y el consumo de energía, este desgaste facilita el agotamiento de las reservas, así como la dificultad de la recuperación térmica. Tres personas tuvimos deshidratación, traducida en infección urinaria” 

Copias y visitar 

Después de conseguir el buscado molde, se realizaron 2 tipos de reproducciones, que fueron: copias del molar en yeso piedra, copias del ejemplar en resina de poliéster estratificada y fibra de vidrio. 

La copia más visitada es la destinada a la Cuevona de Avín, que se puede ver fácilmente con un costo muy bajo y en la misma visita también hay reproducciones a tamaño real de animales prehistóricos. Aunque también se puede visitar el fósil real que se encuentra igual que como se descubrió, pero esta visita es más complicada y requiere un coste un poco más alto.