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Era un bar-tienda situado en Labra junto a la carretera general que va de Corao a Cuevas del mar (Llanes), en el concejo de Cangas de Onís, el cual era conocido como el Rivero y años después como La manzana de Gómez.

Fue abierto en 1943 por los hermanos Gómez, más conocidos como los del Rivero. Eran tres hermanos de una familia de telleros, el primero de ellos llamado Manolo se dedicaba a la ganadería, el segundo llamado Ramón al bar y un tercer hermano llamado Antonio que emigró a Venezuela. El tercer hermano tras pasar 30 años aproximadamente en Venezuela y casarse, volvió y le cambió el nombre a La manzana de Gómez con el que se quedó finalmente.

Cuando Antonio cogió las riendas del negocio familiar, construyó una terraza y detrás de ella una bolera. Finalmente el negocio fue cerrado en 1986 ya que el dueño falleció y ni el dueño como sus hermanos habían tenido descendencia ninguna por lo cual no había nadie para seguir con el negocio familiar.

Se vendían artículos de todo tipo, desde alimentos hasta artículos de labranza. En el apartado de la venta de productos sobre la alimentación se podía encontrar, sacos de harina y legumbres que se vendían a granel, pan, aceite, sal, leche comprada a los vecinos del pueblo, sardinas salonas vendidas en una rueda de madera cubiertas de sal y la mayoría de los productos que estaban a la venta eran comprados o conseguidos mediante el trueque a los vecinos de los pueblos para ponerlos a la venta. En el apartado de labranza se podían encontrar palas, guadañas, puntas, martillos y escobas que hacia un vecino del pueblo con carrascos que son los acebos pequeños cortados y atados a un palo y con eso barrían las cuadras.

Los señores del pueblo se reunían los domingos por la tarde para ir a jugar a los bolos y por semana era cotidiano la partida de cartas, tanto al tute como a la brisca. En ambos juegos la persona que perdía solía pagar la ronda de bebida de todos los que estuvieran jugando.

Las ventas las apuntaban en una libreta para que se constara del dinero que debían, dichas cuentas se liquidaban mediante el cobro del salario del trabajo o si se vendía un animal. El cartero dejaba allí las cartas y recados a los vecinos, ya que los carteros iban de un pueblo a otro para dejar las cartas y por ejemplo decirle a un vecino un recado o noticia que le había dado otra persona de cualquier pueblo para decírselo a él.

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Fuente: Comunicación personal de Aitor Del Dago y Antonio Del Valle.

Interior del local en la actualidad.