Abrazando el roble, h. 2015.

Mara Alonso Cayarga

Entre todo lo que nos puede asombrar en el Parque Natural de Ponga, hoy Reserva de la Biosfera, está el Roblón de los Bustiellos, un roble centenario cuya edad no se conoce con exactitud.

Para poder abarcarlo, se necesitarían al menos cinco o seis personas dándose la mano. Está situado en el bosque de Peloñu, uno de los mayores hayedos de Europa con presencia de roble, mancha verde y pulmón que, entre todos, deberíamos cuidar.

El Roblón es uno de los supervivientes de las talas que, en décadas pasadas, se realizaron en este bosque. Que haya llegado hasta hoy un ejemplar como este, es de festejar. Hay otros, como el roblón de la curva Burdecazu o el de Juan Granda en la Llomba´l Mediu, pasando el riu Pedreru, nombrado así porque en el momento de censar y contar, llamó la atención de todos y le pusieron el nombre del guarda bosques..

Majestuosos, los venados se dejan oír durante las berreas de otoño que en los alrededores del roble, con sus peleas y embestidas de cornamenta.

También se pueden ver en el entorno huellas de osos y de sus crías, yerbatos como aquí se los denomina, ya que es zona de paso de estos grandes mamíferos, entre el centro-occidente de Asturias, y las zonas orientales, junto a las de Cantabria. con poblaciones oseras más estables. Aunque Ponga es área de transito, últimamente se han visto osos con cierta frecuencia, lo que lleva a pensar que haya pasado a ser zona de cria