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Isidro Vega.

La profesión a la que dedico este trabajo ya no está vigente en la actualidad y data de épocas que se remontan hasta los años de la post-guerra en España.

En aquellos tiempos quienes tenían la suerte de poseer una pareja de bueyes, se podían considerar afortunados, ya que con ella podían salir a trabajar y mantener a sus familias. Prestaban sus servicios a otras familias, arando sus campos o ayudándoles con otras tareas agrícolas a cambio de un dinero, o bien de productos (intercambiaban los servicios prestados por productos). También trabajaban para las canteras (acarretando arena, grijo…), para las empresas madereras y todo aquello que les fuese posible.

Cuidaban a sus parejas de bueyes como si fuese su mayor tesoro y les brindaban todos los cuidados que tenían en sus manos, ya que de ellos dependía, en gran parte, el sustento de sus familias.

Los bueyes eran novillos que habían sido castrados, por lo que manifestaban una gran nobleza y mansedumbre y, al ser animales tan grandes, poseían una gran fuerza física, de ahí que se les utilizase para tal fin.

Pero además de los bueyes, los carreteros debían disponer de un carro apropiado para «uncirlos», es decir, para acoplarles convenientemente. Dichos carros tenían unas formas muy específicas y se les podían añadir algún que otro complemento dependiendo de la carga o del volumen que transportasen, tal y como se refleja en la siguiente imagen:

Carro de bueyes

De igual manera debían disponer de un yugo adecuado para el manejo de los bueyes. A continuación se pueden observar las distintos accesorios que eran necesarios colocarles para el bienestar de los animales durante el duro trabajo a realizar.

El yugo en sí es el aparato de madera de que se les colocaba sobre la cabeza de los bueyes y por el cual iban fijados a un carro o arado. Se aseguraba a la testuz de los animales con cuerdas de cuero.

La parte central recta se llama «sobeo» o «centro» y está provisto de prominencias llamadas mesas para las correas (las partes curvas a los lados llamadas «gamellas» o «camella»).

No obstante, también se les colocaba la «mullida», cuyo fin era que las correas que les sujetaban al yugo no les causasen ningún daño durante el duro trabajo de transporte o arrastre.

El término yugo proviene del latín “iugum”. A los bueyes que trabajan aunados, unidos por un yugo, se denomina yunta.

Los «carreteros» además de usar a sus animales para el trabajo también los usaban, a modo de carroza, en las fiestas locales. Para ello engalanaban a los bueyes con sus mejores y más lucidos ornamentos y transportaban en sus carros a los niños, mozos y mozas, vestidos de aldeanos, con un gran orgullo y guiada en mano, tal y como se ve en la siguiente foto:

Mi abuelo Vicente, en las Fiestas de El Bollu en Arriondas año 1965

El oficio o profesión de «carretero» va desapareciendo paulatinamente con el avance de la aparición de las primeras máquinas agrícolas a motor, pues los animales, ya sean bueyes, caballos, mulas o asnos, pasan a ser usados, principalmente, para actividades ganaderas y agrícolas a menor escala, siendo las nuevas herramientas de trabajo mucho más rápidas y eficientes que ellos.