• Identificaión del recurso: Cueva natural.
  • Localización/acceso: Corao/Coraín, Cangas de Onís, Asturias.
  • Estado de conservación: abandonado, en desuso.
  • Informadores: Elena Sánchez Alonso, Otilia Alonso Valle y Víctor González Rivas.
  • Bibliografía: Roberto Frassinelli El Alemán de Corao: Asturias 1845 – 1887, Mª Cruz Morales Saro, 1987.
  • Autor: Víctor González Sánchez.

Víctor González. La cueva del Cuélebre se encuentra en un crestón calizo entre los pueblos de Corao y Coraín, es un amplio entrante en la roca que presenta unas altas paredes muy irregulares en las que se observan varias cavidades de pequeño tamaño, se divide en dos estancias a distinta altura intercomunicadas por unas escaleras de piedra. Actualmente, el complicado acceso debido al malestar del camino que llega a la cueva, hace cada vez más complicado, con su progresivo deterioro, el recordar la larga historia que la cueva guarda pero, gracias a lo que mi familia me ha contado (llevan mucho tiempo en la zona y han escuchado mucho sobre ella.) y con lo que he leído e investigado por mi cuenta creo que puedo narrar buena parte de la historia de este curioso lugar.

Foto de las escaleras que separan las dos cámaras principales.

Su historia comienza con un relato mítico. En él se cuenta que en la cueva habitaba un cuélebre, una criatura de la mitología asturiana que se representa como una serpiente alada. Pues a este en particular se le debía alimentar diariamente, ya que si no se hacía probablemente podría salir a devorar a los vecinos del pueblo. Un día, el cura de Abamia (parroquia a la que pertenecen Corao y Coraín, los pueblos más cercanos a la cueva) se hartó de la situación y decidió poner fin a la vida del monstruo. Cabalgó hasta la cueva y, armado con un trabuco, esperó a que la fiera apareciese. Cuando asomó, él disparó pero no consiguió matarlo. El cura huyó de allí con el cuélebre detrás; pero quedó atascado en el puente de Abamia y murió desangrado, mientras el cura conseguía llegar a la iglesia, tras reventar al caballo por una exaltada carrera, en la que también moría del cansancio y las heridas provocadas. Este es el primer relato que se tiene en referencia a la cueva.

Más adelante, fue usada por Roberto Frassinelli, el Alemán de Corao (Luisburgo, Baden-Wurtenberg, 1811 — Corao, 1887), como estudio natural. Frassinelli fue un arquitecto y naturalista aficionado por los Picos de Europa y su entorno, y se le atribuye el mérito de haber diseñado la disposición de la Santa Cueva de Covadonga, haber hecho muchos otros bocetos para construcciones de la misma índole y explorar gran parte de los Picos, entre otras actuaciones. Vivió en Corao donde aún se conserva su casa, y durante un tiempo se dice que habitó la cueva del Cuélebre, que usó por un tiempo como retiro de la vida en la civilización. Allí ordenó la construcción de un mesa, que la cual se conserva en cierta medida hasta hoy.

Mesa de Roberto Frassinelli en la cueva del Cuelebre.

La cueva también fue un refugio para el ganado, pues realmente no penetra mucho en la piedra y parece un abrigo en la pared de caliza más que una cueva como tal, dejando a los animales un buen lugar para resguardarse y a las personas un perfecto mirador.

Si avanzamos hasta los últimos acontecimientos que tuvieron lugar en la cueva podemos hablar de que, aparte del ganado, las personas también la usaron de refugio, pero no por el mal tiempo, sino por el paso de la guerra civil por la región, que obligaba a los vecinos de los pueblos cercanos, con los bombardeos y el paso de los soldados, a refugiarse allí.

Además de la gran historia que representa para toda una región, la cueva del Cuélebre también es un bonito lugar desde el cual admirar la belleza del paisaje asturiano.