Iglesia parroquial: San Cristobal de Tielve, 2022

Sofía García González. Tielve siempre fue en su gran mayoría un pueblo religioso, lo que se reflejaba en la educación. La parroquia contaba con la pequeña escuela tradicional de todos los pueblos de montaña en aquel entonces.

La escuela contaba con un gran número de estudiantes, pues la población en aquellos años alcanzaba los 100 habitantes. La enseñanza corría a cargo de una única maestra, que encargaba de instruir en el conocimiento de todas las materias que hoy forman parte de nuestra formación.

El espacio de la escuela consistía en una gran sala, amueblada con varios pupitres y provista de una pequeña estufa de leña, encargada de calentar el aula durante los largos meses de invierno. La estufa se alimentaba con la leña que se encargaba de traer cada alumno.

La asistencia a cada clase, como en la actualidad , era obligatoria, pero los alumnos solo acudían los días en los que no era necesaria su ayuda en casa.

“Nosotros íbamos a la escuela los días que podíamos, porque en casa éramos muchos y se necesitaban nuestra ayuda para llevar comida a los puertos, cuidar el ganáu” (1).

En la educación de la época la separación por sexos era lo habitual. El único espacio con que contaba la escuela estaba distribuido en una mitad para chicos y otra para las chicas.

Cada día, todos los alumnos debían rezar un Rosario antes de finalizar la jornada escolar y, a su término, el alumnado estaba obligado a acudir a la iglesia para “hacer la visita al Santísimo” , y posteriormente rezarle.

“Mientras que un alumno rezaba el Rosario delante de todos, los niños dibujaban y las niñas cosíamos, aprendíamos a hacer punto de cruz, croché…”. (2)

El ritual diario venía acompañado de los rosarios que se rezaban al finalizar el día en la iglesia, y a los que acudía todo el pueblo, así como por la asistencia a todas las misas que se celebrasen durante la semana.

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1 y 2: Herrero Campo, Angelina: 73 años, nativa de Tielve, abuela de la autora.