La situación de las mujeres durante el Régimen contada por una cascayina
Marta Herrero
El Régimen franquista fue una época dura, que conllevó un enorme retroceso en los derechos y las libertades. Ángeles González, vecina de Abiegos, vivió y contempló situaciones de discriminación hacia las mujeres por el simple hecho de serlo.
Las mujeres no eran dueñas de sus actos, de sus cuerpos ni de sus vidas. Primero pertenecían a sus padres y tras casarse, a sus maridos, por eso estaba mal visto si una mujer vivía sola por decisión propia o si no conseguía marido. Que una mujer llevase escote o una falda por encima de la rodilla era una aberración, sobre todo a ojos de la intolerante Iglesia de la dictadura.
En los pueblos era conocido por todos cuando había una situación de maltrato. Ahora se le llama por su nombre, machismo, pero antes era «lo que la mujer merecía». Se anulaba a las mujeres como personas, eran, más bien, objetos propiedad de un hombre. En muchas ocasiones, su función era ayudar en casa mientras eran niñas -a muchas no se les permitía estudiar por ser mujeres, a vista de muchos no era esa su tarea principal, pues debían centrarse en ser buenas mujeres-, y cuando se casaban su trabajo era satisfacer al marido, cuidar a los hijos, y mantener la casa y las fincas en orden.
Desgraciadamente, todo esto sigue ocurriendo a día de hoy en muchos países del mundo, por eso la lucha por los derechos de las mujeres sigue adelante, al igual que las luchas por los derechos de otros colectivos como el LGTBIQ+ o de las personas racializadas.
Ángeles recuerda que cuando era joven, escuchó algo en el pueblo que no olvidará:
«Un día que bajé a Abiegos escuché que los de Franco habían enterrado viva a una mujer cerca del cementerio de San Juan de Beleño porque no les había dado algo que le pedían1. Creo que se llamaba María. Estaba embarazada de siete meses.»
Ángeles González
- Informadora: GONZÁLEZ TORIBIO, Ángeles, vecina de Abiegos, jubilada, 74 años.
- 1En muchas ocasiones, los militantes del bando del Régimen iban por las casas y por las cuadras inspeccionando lo que la gente de los pueblos tenía, y buscaban, por ejemplo, el mejor ternero que hubiese en una cuadra y lo «confiscaban».