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Carola Fernández fue la primera de 5 hermanos, hijos de dos Cangueses. Su padre dedicaba al comercio de fruta con León, mientras que la madre se encargaba de la casa.

Carola empezó a acompañar a su padre en el itinerario comercial ya de bien pequeña: no estaba muy bien de salud y a sus padres les dijeron que los aires de Riaño (León), hasta donde iba su padre, serían mejores para ella, seguramente por la escasa humedad. Hacían el trayecto, dormían allí y volvían. Por el camino iban cambiando mercancías (trueque). Por lo general no vendían hasta llegar a Riaño. Iban en un carro tirado por un caballo a través de la antigua carretera del Pontón, que aún conservaba sus puentes de madera; “Mi madre tenía miedo a que se cayeran los puentes, y mientras siguió yendo en carro, se acostumbró a bajarse de este cuando cruzaban los puentes” nos cuenta su hija María de la Cruz.

Puente antiguo de madera de la carretera del Pontón. Isaac Vázquez Álvarez

En Riaño conocería a su marido, Miguel Castaño Blanco, oriundo de Zamora, quien se vino a vivir con ella a Cangas de Onís. Durante un tiempo la acompañaría hasta en sus viajes hasta Riaño, pero después empezó a quedarse en Cangas.

Carola Rodríguez Fernández y Miguel Castaño Blanco el día de su boda. Foto hecha sobre foto de la hija de Carola, María de la Cruz Castaño Rodríguez.

Cuando su padre dejo de ir con ella, Carola empezó a ir a Riaño de lunes a sábado, volviendo este ultimo día por la tarde para poder estar el domingo en el mercado de Cangas. En algún momento vendieron el carro. Carola empezó a ir en “el correo”, un autobús que iba tres días a la semana: lunes, jueves y sábado; hasta Riaño y volvía.

Había gente que iba montada en el techo del autobús, pero mi madre nunca se atrevió*.

En Riaño comerciaba con fruta que traía de Cangas. Iba vendiendo por los pueblos, pero en varias ocasiones hubo gente que no llevaba dinero y se lo dejaba a deber, por lo que acababa con la cesta vacía y sin una moneda. Decidió poner un puesto en Riaño y solo ir a los pueblos del alrededor uno o dos días por semana. La mercancía de Riaño a los pueblos la transportaba en baúles redondos de madera que llevaba sobre la cabeza, pero después se compro un carro pequeño en el que los llevaría. Los días que tenía mucha mercancía alquilaba un coche.

Foto de Riaño antes de la construcción del embalse (1988). Foto hecha sobre foto perteneciente a María de la Cruz Castaño Rodríguez.

Mas tarde, hacia 1967, cuando su hija, María de la Cruz, se casó, abrió una tienda permanente en Riaño donde vendería embutidos además de fruta.

  • María de la Cruz Castaño Rodríguez, 7/12/2020