Vivida por vecinos del pueblo de Sotres de Cabrales.
(Todo está narrado por el libro de JUANÍN El último emboscado de la postguerra española y cosas que he oído yo ).
Sheila Noriega Fernández. 24 nov 2020. Los guardas de la Reserva de Picos de Europa, José «el Chino» y Eloy, se encontraban de servicio rutinario recorriendo los pajares cercanos a Sotres ( lugar donde vivían y pueblo del concejo de Cabrales) buscando la presencia de cazadores furtivos cuando vieron a lo lejos un grupo de personas.
Era el mes de noviembre de 1994 y Eloy y José estaban muy cerca de las cabañas de pastores de las Vegas de Sotres (1 100 m.) que se encuentran junto a la confluencia de la riega de las Moñetas y Camburero.
Por medio de los prismáticos, José y Eloy vigilaban constantemente la zona y fue entonces, cuando en la majada del río, vieron a un grupo de gente que vestían con un mono azul y entraban en las cabañas.
José y Eloy * pensaron que «eran los emboscados y que estaban acomodando las cabañas para invernar ahí».(1)
Los dos guardas, después de observar un buen rato, decidieron volver a Sotres. Sabían que probablemente en ese grupo estuvieran dos vecinos ( Máximo Campillo y Rufino Fernández), que habían huido de sus hogares para contactar con los emboscados, después de que la Guardia Civil se presentase una noche en el pueblo, queriendo tomarles declaración. Ellos eran conscientes de su contacto como enlaces y sabían que irían a la cárcel; por eso, decidieron echarse al monte.
José «el Chino» le contó a su mujer Benedicta todo, pero con la advertencia de que no dijera nada a la gente del pueblo, porque corrían el riesgo de que los delaten. Pero Benedicta fue a visitar a su prima y abuela, donde dió a entender que sabía el paradero de Rufino.
Pocas horas después Rufino y otros dos hombres fueron a visitar a José, donde le pidieron que no les delatará y esa noche fue el primer contacto de José con el grupo de emboscados. Varios días después dos hombres de la emboscada fueron a visitarle para pedirle aimentos.
Era el mes de abril de 1945 y José tenía que realizar una misión al refugio de Áliva, cuando al pasar por las Vegas de Sotres, donde se encontraban varios pastores, Santa, la mujer de Rufino le llamó *y le dijo «te voy a llevar a donde tengo escondido a Rufino, quiere hablar contigo» y Rufino le dijo que si iba a Carreña ( capital y pueblo de Cabrales) que le subiese algunas cosas y farias, para reunirse en Pandébano (1 224 m.).(2)
El día que subió José a llevar las cosas que le encargó Rufino, se sorprendió mucho pues a parte de Rufino se encontraba Eloy, Ceferino, Juanín, Perfecto López y varios vecinos del pueblo. Donde informaron que el 22 de abril de 1945 se iba a celebrar una comida de hermandad en Pandébano y que todos estaban invitados.*
En el cuartel de la guardia civil de Carreña, un hombre se presentó informando una quedada donde podrían atrapar a los emboscados. Al final la guardia civil irán a los invernales de Pandébano donde serían informados por un pañuelo si estaban los emboscados o no, para iniciar un tiroteo.*
En la mañana del domingo en Pandébano estaba la mayoría de la gente que estuvo invitada y todo parecía tranquilo hasta que el guarda salió de la cabaña con la escusa de soltar las ovejas y dio el aviso a los guardias civiles. Al instante los guardias civiles tiraron una bomba al tejado de la cabaña y todos se alarmaron. Solo salieron dos de la cabaña desde las 09:00 hasta las 15:00 y a Ceferino al salir le alcanzó una bala y más tarde fallecería. No hubo más tiroteos hasta las 15:00 los emboscados *suponían que «eran dirigidos para Hermenegildo, que se encontraba en Sotres».
Hermenegildo Campo había tomado un puesto cerca de los guardias civiles y abrió fuego contra ellos. Su primer disparo alcanzó a un guardia y le atravesó el pecho y volvió a dispararle, alcanzándole en la cabeza. Junto a este guardia, mató a otro e hirió a otro en la mano y los guardias habían huído.
Al día siguiente los guardias civiles volvieron a por los fallecidos y eran unas 100 personas, los emboscados y algunas personas del pueblo los vieron de lejos. Ese mismo día se descubrió que el guardia de Camarmeña los delató.
Los emboscados se alejaron de Sotres y se distribuyó un boletín informativo de la Brigada Machado por los pueblos de la zona, donde confirmaban la ejecución del guarda de Camarmeña, por ser un confidente de la guardia civil y por venderlos en la emboscasa de los invernales de Pandébano.
En todo momento en Sotres y alrededores hubo mucho miedo según dice la población anciana de pueblo , los penúltimos en irse del monte fueron Santa, Benedicta y Amador en marzo de 1946 y los últimos en irse fueron Perfecto, Rufino y José.
Durante todo este periodo, nació en el monte una niña llamada Clementina y sus padres eran José y Benedicta.
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La información ha sido obtenida tras leer el libro Juanín el último emboscado de la postguerra española del autor Pedro Álvarez y lo que he oído yo.