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Hoy, Carlos Laria nos va a contar como fue su paso por la mili en el año 1986.

El día 7 de noviembre de 1984, le llega la notificación en la que le informan que se tiene que presentar en las oficinas del ayuntamiento de Parres para alistarse en el remplazo de 1986.

Sale de Oviedo el día 30 de mayo para partir hacia León, a el CIR.12 (centro de instrucción de reclutas), donde es destinado para su periodo de instrucción. Al llegar es recogido por un autobús militar para ir al Ferral de Bernesga, allí es donde se encuentra el CIR.12. Ese mismo día nada mas llegar le cortan el pelo casi al cero por higiene y le dan su ropa militar correspondiente, después lo destinan a la compañía numero 14 acompañado de unos 200 reclutas mas, la compañía estaba dividida en camaretas para 8 soldados con literas y taquillas, allí le toco con 6 asturianos y 1 extremeño, con los que compartió el mes y medio de instrucción.

Los primeros días estaba muy nervioso ya que nunca lo había vivido y no sabia lo que iba a pasar, además el nunca salió de Asturias y no estaba acostumbrado a estar lejos de la familia. En la primera semana ya se adapto y ya era como una rutina, unos días mejor que otros. A los pocos días le pusieron las vacunas, pasaban en fila entre dos sanitarios y con una especie de pistola les pinchaban en ambos brazos hasta ponerles un total de tres vacunas, algún recluta se desmayaba.

En un día habitual tocaban diana a las 6-7 de la mañana y se formaba en el patio. ya vestido con ropa militar completa, a los que salían en pijama eran castigados, pasaban lista y leían los destinos del día ( trabajos) estos podían ser cocina, jardines, limpieza… Se iban a asear y a desayunar, el desayuno era un café con leche y pan, alguna vez unas galletas. Seguidamente iba al campo de instrucción donde practicaba el paso en el desfile, los giros y el manejo del arma. A continuación hacían gimnasia, eran unos ejercicios de calentamiento y después a correr formados hasta los pinares del recinto, a la media hora ya no había formación cada uno llegaba como podía, era agotador. Seguidamente iba a la ducha, media hora de descanso y a comer, la comida era variada pero los sabores eran distintos a los que estaba acostumbrado.

Un día por la gracia de un compañero que le hizo la petaca ( broma que se hacia con las sabanas) a otro, castigaron a los ochos de la camareta, uno de ellos a Carlos, y les hicieron fregar el suelo de los servicios a las 11 de la noche en calzoncillos. Otra vez al salir de comer, el cabo le pregunta a Carlos que si tiene servicio ( trabajo) y el al contestar que no, lo mando a sustituir a un compañero que se había enfermado, tuvo que lavar bandejas toda la tarde hasta que se le arrugaron los dedos de los manos, le resulto muy cansado.

Al acabar la instrucción en el Ferral, fue destinado al gobierno militar de León, donde paso el resto de la mili en los archivos de la oficina de intervención. La verdad una mili bastante cómoda a no ser por la cantidad de guardias que tuvo que hacer, mas de 70, los mandos eran bastante buenos a no ser un subteniente que era el encargado de tropa que era el peor.

Dormía en los sótanos donde estaba la cocina, ahí también dormían los del cuerpo de guardia y la policía militar encargada de las guardias diarias, era un ruido constante toda la noche por los cambios de los turnos de guardia, según pasaba el tiempo te ibas acostumbrando, pero al principio casi no podía dormir. Por una parte fui un privilegiado, porque no hice nunca ninguna maniobra militar ni salida fuera del gobierno militar y pude disfrutar de varios permisos durante el tiempo que allí pase, tenia mucho tiempo libre para salir y eso que el sueldo que nos pagaban por aquel entonces era de 1100 pesetas ( sobre 6 euros aproximadamente) que no daba para mucho.

El día que le dieron la licencia ( 1 de junio de 1987) el subteniente de tropa mencionado antes nos hizo pintar el sótano ya en ropa de paisano, pero no les importo porque ya era la ultima vez que lo veían. Les dieron la cartilla y fueron a entregar la ropa militar al cuartel de Almansa que estaba también en León . El estaba contento ya que que por fin se iba para casa, la estancia en la mili le pareció una perdida de tiempo, porque fue un año en el que no pudo trabajar y disfrutar al completo.

Informador: Carlos Laria Fernándes

Fuentes: Documentos e imágenes de Carlos

Autora: Carla Laria Vega